Los utensilios de arcilla, un material abundante en la tierra y totalmente reciclable, se ha empleado durante miles de años, y hoy en día siguen siendo igual de prácticos. Incluso se pueden lavar, siempre que el fabricante así lo indique, en el lavavajillas. Las cazuelas y recipientes similares de barro son otra opción local utilizada tradicionalmente en nuestro país. No obstante, si están esmaltados, esta capa podría contener plomo u otros metales pesados que pueden pasar a la comida si no es un recipiente destinado a la cocción. Por ello, no es recomendable reutilizar para cocinar utensilios de tierra cocida que no se hayan elaborado expresamente para cocinar, -como algunos souvenirs-, e ir con precaución con los esmaltes. No hay ninguna concentración de exposición a plomo que sea segura. Respecto a la cocción, los recipientes de barro sirven para platos de larga cocción a baja temperatura, ya que la inercia térmica de la tierra es baja, y transmite poco a poco el calor. Por ello, también, mantienen la comida caliente mucho más tiempo.
Los recipientes de vidrio también se fabrican con un material abundante en la naturaleza y relativamente fácil de obtener, el sílice, que se extrae de la arena. Los que recipientes que se emplean para cocinar o hornear se fabrican con tratamientos y aditivos especiales para hacerlos resistentes a las altas temperaturas. El vidrio no reacciona con casi nada, tampoco interactúa con la comida, y puede resultar la mejor opción para almacenarla.
Cacerolas y sartenes de hierro colado.
El hierro colado es otra opción tradicional que proporciona un calor uniforme. Las sartenes y ollas de hierro son muy duraderas, sirven para la placa de cocina y el horno, y aunque habitualmente no llevan recubrimientos antiadherentes, la comida no se pegará mientras se trate con aceite el recipiente antes de su primer uso, según las instrucciones del fabricante, y se les vaya aplicando aceite periódicamente. Hay recipientes de hierro esmaltados en el exterior para un acabado más decorativo. Alguna de sus desventajas puede ser el peso, las precauciones a tener para que no se oxide, -como secarlo inmediatamente tras aclararlo-, y la controversia sobre la posible incorporación de hierro a la comida, aunque algunos lo ven, en todo caso, como un suplemento de hierro a la dieta y durante generaciones se ha utilizado sin efectos tóxicos. En principio sería más adecuado para saltear o freír, o para hornear pan, pero no tanto para sopas o salsas ácidas.
Los recipientes esmaltados de porcelana, que presentan un acabado vítreo en la cerámica, no reaccionan con la comida, resisten los arañazos, y no se manchan ni retienen olores. Son prácticamente inertes y seguros de utilizar para la cocción. El plomo utilizado en los esmaltes no se aplica en estos recipientes destinados a altas temperaturas. Pero conviene escoger utensilios esmaltados de calidad, de los que duran de por vida, ya que los más baratos llevan una capa de esmalte tan fina que sí podría desconcharse. En este caso es recomendable deshacerse del recipiente para evitar que los trocitos de esmalte no vayan a parar a la comida.
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