
Para la elaboración del compost podemos emplear:
-
Ramas de las podas
- Flores y hierbas
- Ceniza
- Diarios y cartones, hilos y trapos
- Plumas, pelo, lana...
- Paja
- Restos orgánicos de la casa
- Césped
- Restos de cosechas
- Estiércoles de todo tipo
- Conviene que sea un lugar sombreado y a resguardo de los vientos dominantes.
- Que haya cerca una toma de agua para cuando sea preciso humedecerlo.
- Que no esté muy lejos del lugar donde vamos a usarlo.
- Que dispongamos de espacio suficiente para el volteado, cargado de carretillas...
- Que esté a una distancia prudencial de la casa, puesto que aunque un compost correctamente elaborado no tiene porque oler mal en ninguna de sus fases, conviene no correr riesgos.
1. En montón. Tiene la ventaja de que permite ir controlando todas las fases, con lo cual podremos obtener un compost con las características más acordes al uso que pretendamos darle. En cultivos biodinámicos, permite conseguir una estimulación energética que mejora el resultado final, gracias a la inoculación en el montón, de preparados hechos a bases de plantas medicinales.
2. En superficie. La materia orgánica se esparce directamente en el mismo lugar donde crecen las plantas, con la ventaja de que supone mucho menos trabajo y además, al cubrir el suelo, lo protegemos de la radiación solar. Debido a la lenta y progresiva descomposición en este método, resulta muy apropiado para plantaciones de árboles frutales y cultivos plurianuales. También resulta apropiado para el cultivo de cereales y en los bancales de hortalizas, en los cuales se puede realizar una cobertura permanente con paja, restos orgánicos, hojas, estiércol y cualquier otra materia orgánica.
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